Pepe Viyuela. “Cuando hay inteligencia, hay sentido del humor”

Pepe Viñuela

Tartufo está escrita por Moliere hace muchos años, ¿Qué diferencias ves entre el Tartufo inicial y el que vas a interpretar en el Teatro Principal?

Yo creo que básicamente, que el momento histórico era diferente. Era una representación para la corte y con unos dardos dirigidos a unas personas muy concretas del momento. Esta situación en la que estamos viviendo ahora, haría extensivo el carácter alusivo de los Tartufos, que yo creo que hoy plagan el panorama político, comercial e informativo del mundo.

Entonces diría que hoy se ha abierto más el campo de acción o de dirección de las críticas que vierte Moliere.

Tartufo nos hace reír y a la vez reflexionar, ¿Cómo se consigue esto?

Yo creo que lo consigue Moliere gracias a su arte, a su capacidad para escribir y a su condición de actor, porque el sabía muy bien cuales eran los recursos que un interprete necesita en escena para conseguir la comicidad. Por otra parte, era un hombre dotado de una inteligencia fabulosa. Moliere es la aspiración de todos los cómicos o de la mayor parte de los cómicos. Hacer reír, pero no dejar indiferente. Que la gente se vaya a casa con pensamientos y con dardos dentro diciendo “esto me ha inquietado”, producir inquietud y al mismo tiempo también la relajación que provoca la risa. Esa aparente contradicción de sensaciones

Hablando de inteligencia y humor, ¿Qué crees que tiene más peso o qué suele ganar en la vida?

Yo creo que el humor está ligado directamente a la inteligencia, porque el sentido del humor la mayor parte de las veces acompaña a las personas que se sienten mas o menos seguras, que tienen capacidad crítica tanto para el exterior como para sí mismas. Yo creo que son inseparables, cuando hay inteligencia, hay sentido del humor. Enseguida uno se da cuenta cuando uno es muy serio o no tiene sentido del humor, que probablemente no sea tan inteligente como intenta aparentar. Yo creo que falta humor, falta sentido del humor en general, en todos los ámbitos, en el ámbito empresarial, en el ámbito laboral, en el ámbito político, y que necesitaríamos liberarnos un poco mas de las ataduras y de las cadenas con las que vamos por la vida, con las que defendemos una supuesta seriedad que no nos hace bien. Yo creo que el hacer bien las cosas no está reñido con hacerlas con humor y con alegría.

¿Cómo te sientes al interpretar un personaje con tanto peso e historia en el ámbito teatral?

Lo que he intentado ha sido olvidarme de la palabra “peso” o “responsabilidad” y entrar más dentro del disfrute, de la idea del gozo, de decir, que suerte tengo de poder interpretar un personaje tan rico como este, que no me lo voy a poder acabar, porque hay tanto que decir, tanto que contar, tanto que sacar, que no me va a dar tiempo o, incluso te diría, mi talento tampoco me va a permitir desplegar todo lo que es posible hacer con este personaje. Lo estoy viviendo como una gran oportunidad de disfrute y creo que la estoy aprovechando, porque me lo estoy pasando muy bien, no puedo pedir más.

Ahora que te has puesto en su piel, ¿cuál es la cualidad o matiz que más te gusta de Tartufo?

Yo creo que es muy inteligente. No se puede ser tonto con esa trayectoria. Es verdad que utiliza la inteligencia de una manera muy aprovechada, para aprovecharse de los demás, pero eso no quita que hay que reconocérselo. Es alguien muy brillante, también muy oscuro, pero absolutamente brillante. Eso, en solitario, si lo dejas separado de todo lo demás, es una auténtica cualidad, ser tan listo, tan brillante, lo malo es que lo emplea en un camino que a los demás no nos conviene, aunque a él sí.

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