Gonzalo de Castro: “El de Zaragoza es un público curioso, culto, disfrutón, y eso cuenta mucho de cómo se vive en esta ciudad”

Gonzalo de Castro

Hace poco más de 80 años, un enorme elenco de actores y actrices aguardaban a recibir nuevas directrices de los productores y guionistas de la archiconocida y paralizada ‘Lo que el viento se llevó’. Hoy, un elenco de enormes actores, aguardaba a su tren, que, paralizado por -solo- unos minutos, les acercaría a nuestra Zaragoza, donde ponen en escena los próximos días 9, 10, 11 y 12 de marzo su ‘Plátanos, cacahuetes y lo que el viento se llevó’.

Gonzalo de Castro, el David O. Selznick de esta fotografía del Hollywood de los años 30, entra al Teatro Principal sabiendo que viene a una plaza “agradecida, curiosa, inquieta, generosa con el aplauso”. Pese a haber pisado teatros durante casi toda su vida, siempre supone para él un chute de energía hacerlo de nuevo. Hace 6 años defendía su papel de Carlos Valera con ‘Idiotas’ en el mismo lugar donde hoy atiende a las cámaras y a los periodistas que tienen todos los ojos puestos en él, en sus compañeros de reparto y en su nueva interpretación. “Las ganas de salir al escenario todos los días a defender un personaje ante un público que ha pagado para que se le cuente y se le engañe, eso no se paga con dinero”.

El dinero, causa y a veces solución de muchos males, es también lo que hace a David O. Selznick frenar el rodaje de ese folletín ambientado en la guerra civil norteamericana.

“Esto realmente cuenta una historia real del cine. El productor mandó a George Cukor arrancar la película, pero no terminaba de convencerle para acabar el rodaje, así que lo deja fuera del proyecto y contrata a Victor Fleming. Se encierran durante 7 días comiendo plátanos, cacahuetes y bebiendo litros de café y dan la vuelta a un guion de lo que va a ser una de las historias más míticas del cine”.

Su personaje no dista tanto del hombre que ahora lo encarna encima de los escenarios de nuestro país. Se siente cómodo, cercano a él. Encuentra puntos en los que se reconoce y quizá es por eso que consigue hacerlo suyo, disfrutarlo, creérselo y defenderlo como si durante una hora y media no se llamase Gonzalo, como si no fuese actor, sino un productor de principios del siglo pasado.

“Hay puntos en los que me reconozco con David O. Selznick”

La pasión es el común denominador de ambos. Esa pasión que, según de Castro, se ha ido perdiendo con los años y la cultura de la inmediatez. Esa pasión que hacía que directores, productores, actores y demás profesionales “viviesen abrasándose” todos los días, con el convencimiento de que amaban lo que hacían.

“Me gusta mucho remangarme y ponerme a trabajar. Cuando tomo una decisión la llevo adelante hasta el final”. Y eso es justo lo que ocurrió con el papel que interpreta en este ‘Plátanos, cacahuetes y lo que el viento se llevó’. Para Gonzalo de Castro ha sido como un pastel, un “lenguado sin espinas” que José Troncoso, el director de la obra, les ofreció a Pedro Mari Sánchez, José Bustos, Carmen Barrantes y a él, para que los únicos contratiempos que pudiesen surgir fuesen los propios de los quehaceres normales del agotamiento o de no estar conforme a veces con los ensayos. Nada comparado con los que sufrieron aquellos actores americanos en el rodaje de una de las películas más taquilleras de la historia.

Plátanos, cacahuetes y lo que el viento se llevó

“José es un director extraordinario, tiene un afán terrible de la escena actual española y ojalá le dejen trabajar y hacer el teatro que quiere hacer”. Sus años de experiencia detectan esa pasión en aquellos que todavía la guardan y que él tanto añora.

“Hay que pelearse, todos los días, aquí, esto es la leche”

No se atreve a dar consejos a quienes comienzan en esta profesión tan dura y “cabrona”, porque “para dar consejos tienes que tener 100 años”, pero cuenta convencido que, lo que marca la diferencia es la formación y la persistencia. Formarse en una escuela oficial es tan importante como dedicarse en cuerpo y alma, y creérselo. Entrar a fondo o no entrar.

No sabemos si, como los personajes de la obra que ahora representa, Gonzalo bebe mucho café y come muchos plátanos y cacahuetes -por eso de que dan energía. Pero sí sabemos con certeza que, para que su carrera haya tenido más momentos dulces que amargos, se ha enfrentado a papeles en todas las dimensiones que ofrece la interpretación.

La pandemia dejó a medio hacer tres de las películas en las que trabajaba, aunque adelanta que muy pronto podremos disfrutar de ellas, además de algunos papeles en series de televisión que se estrenarán próximamente. “La verdad que no me quejo, mientras tenga teatro, que eso es la levadura y hay que defenderlo, el resto sale solo”.

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